miércoles, 22 de septiembre de 2010

La importancia de llamarse Afrodisio

El llamarme Afrodisio ya de por si era un hecho terrible, sobre todo porque además el físico no acompañaba, o más bien sí, iba de perillas al nombre, me miro al espejo y veo un tipo alto y desgarbado, con la cara llena de prematuras arrugas longitudinales y con una nariz… bueno, pues eso, con una nariz a la que no pienso detallar aquí, es suficiente con lo dicho.
¿Por qué me pusieron el dichoso nombre? Real como la vida misma, nací el veintiocho de abril y el resentido de mi padrino, mi tío Godofredo (que nació el veintisiete de diciembre)  dijo:
-          El niño se llamará Afrodisio, como el santo del día de hoy.
Lástima no se hubiera quedado, a instancia divina, mudo cinco minutos antes de esta frase.
Los niños son muy crueles, no voy a descubrirlo ahora, pero es verdad, mi infancia es un mundo de dolorosos recueros de burlas y humillaciones por parte de todos los niños que conocían mi nombre, claro que no podía quebrarles la cintura, haciendo que me llamasen por mi apellido: Gegundez, era caer en las brasas desde la sartén de la burla y la rechifla.
La adolescencia me juntó con una cierta parada de monstruos, mis mejores amigos fueron: Alipio “Ali” para los amigos, Demetrio “Deme” y Obdulio que astutamente había mutado su nombre de guerra por el de “David”. Yo con un estúpido orgullo de casta, me negué a embalsamar mi nombre frente a extraños, el que me quiera, que sea por el lote completo. La verdad es que con esos nombres y nuestra belleza interior oculta, sólo conseguíamos salir con muchachas que eran verdaderos desechos de tienta y tan terriblemente aburridas como nosotros.
Tampoco consentí que me abreviaran el nombre, lo de “Afro” suena fatal, un poco étnico el término, cuando me llamaban así, no hacía ni caso, sobre todo a mi prima Penélope.
-          Pero primo, ¿por qué no me respondes cuando te llamo Afro? Es un nombre más bonito, queda muy “cool”.
-          ¿Tú me responderías si abrevio tu nombre y te llamo “Pene”?, desde luego quedaría muy “hot”
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Luego vinieron muchos años de aguantar al típico graciosillo que te decía:
-          ¿Afrodisio o Afrodisíaco? Con ese nombre ligarás mucho ¿no? Ja ja
Y claro a mi sólo me quedaba mirarle con cara de conmiseración y darle a entender que su ocurrencia era muy original y a nadie más se le había ocurrido, mientras apretaba los puños para evitar que me venciera la tentación y le cogiera del pescuezo como un pollo y me enseñara cuan larga tenía la lengua.
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Un día todo cambió, la luz llegó a mi corazón y me iluminó el alma.
-          Felicidad.
-          Igualmente, te deseo lo mejor.
-          No, es que me llamo Felicidad.
-          ¡Ah! Perdona chica mi torpeza, yo me llamo Afrodisio.
-          ¡Que bueno!, mi prima tiene un hamster que se llama igual.
La verdad es que nadie me había dicho una cosa igual, la miré y me quedé prendado de su perfección, obviando claro está algún rasgo peculiar que marcaba su personalidad, como esas patillas a lo “Pantoja”, esa tez morena a lo “De la Vega” con arrugas incluidas y esa naricita a lo “Rosy de Palma”. Todo un conjunto que daba armonía a su cara, una cara angelical como ninguna, Murillo mismo, la habría tomado como modelo para dibujar sus angelitos.
Dicen que el amor es ciego, pero la verdad es que me enamoré de ella al instante, mi corazón corría desbocado en su presencia.
-          ¿Quieres salir conmigo?
-          ¿A dónde?
-          No, si digo que para todos los días.
-          Vale, no tengo con quien salir. ¡Huy! Quizás no debí decir eso, vas a pensar que no valgo para salir con nadie, o que nadie quiere salir conmigo porque dicen que soy fea.
-          Eso es que no te miran con los ojos del corazón como te miro yo.
-          ¡Hay que ver! Que cosas más bonitas dices, oye, ¿No será que me estás camelando para llevarme a la cama y luego si te he visto no me acuerdo?
-          No mujer, no seas mal pensada, lo mío es más espiritual.
-          Bueno, de todas formas no vayas a pensar que soy una estrecha, porque yo, aquí donde me ves, soy partidaria de las relaciones prematrimoniales.
-          ¡Toma, y yo!- Exclamé alborozado.
Y así dio comienzo mi maravillosa relación con Felicidad, no hay nada como vivir con tu alma gemela, genio y figura hasta la sepultura.

jueves, 16 de septiembre de 2010

La importancia de llamarse Afrodisio


El llamarme Afrodisio ya de por si era un hecho terrible, sobre todo porque además el físico no acompañaba, o más bien sí, iba de perillas al nombre, me miro al espejo y veo un tipo alto y desgarbado, con la cara llena de prematuras arrugas longitudinales y con una nariz… bueno, pues eso, con una nariz a la que no pienso detallar aquí, es suficiente con lo dicho.
¿Por qué me pusieron el dichoso nombre? Real como la vida misma, nací el veintiocho de abril y el lumbreras de mi padrino, mi tío Godofredo (que nació el veintisiete de diciembre)  dijo:
-          El niño se llamará Afrodisio, como el santo del día de hoy.
Lástima no se hubiera quedado, a instancia divina, mudo cinco minutos antes de esta frase.
Los niños son muy crueles, no voy a descubrirlo ahora, pero es verdad, mi infancia es un mundo de dolorosos recueros de burlas y humillaciones por parte de todos los niños que conocían mi nombre, claro que no podía quebrarles la cintura, haciendo que me llamasen por mi apellido: Gegundez, era caer en las brasas desde la sartén de la burla y la rechifla.
La adolescencia me juntó con una cierta parada de monstruos, mis mejores amigos fueron: Alipio “Ali” para los amigos, Demetrio “Deme” y Obdulio que astutamente había mutado su nombre de guerra por el de “David”. Yo con un estúpido orgullo de casta, me negué a embalsamar mi nombre frente a extraños, el que me quiera, que sea por el lote completo. La verdad es que con esos nombres y nuestra belleza interior oculta, sólo conseguíamos salir con muchachas que eran verdaderos desechos de tienta y tan terriblemente aburridas como nosotros.
Tampoco consentí que me abreviaran el nombre, lo de “Afro” suena fatal, un poco étnico el término, cuando me llamaban así, no hacía ni caso, sobre todo a mi prima Penélope.
-          Pero primo, ¿por qué no me respondes cuando te llamo Afro? Es un nombre más bonito, queda muy “cool”.
-          ¿Tú me responderías si abrevio tu nombre y te llamo “Pene”?, desde luego quedaría muy “hot”

lunes, 13 de septiembre de 2010

Fiebre

A los pies de mi cama se agolpaban los visitantes, a causa de la fiebre que tenía, no quería ver a nadie, pero ellos insistían en verme y charlar un rato conmigo.

- ¡Dejadme en paz!

- Chaval, toda la vida cortándote el pelo me da derecho a decirte lo que tenga que decirte. –Insistía el peluquero del barrio.

- Mira, si me burlé de tu hija fue sin mala intención, de verdad que lo siento. La verdad es que no lo sentía en absoluto, ella era realmente fea y me divertí saliendo con sus amigas para molestarla.

Al caballo del Cid, obviamente no le dejé pasar a mi habitación, sólo me faltaba que defecara en la habitación, me sentía bastante mal por mi parte y no necesitaba de ayudas ajenas para tener el estómago revuelto.

La Faustina tan enjuta como siempre y con su voz de pito me ofrecía pipas Arias.

- Si sé que son tus favoritas, no les hagas ascos y coge una bolsa.

- No, muchas gracias, de verdad, que no me apetecen.

- Cógelas y vete a pasear hasta el empalme, verás que bien te sentirás después, o mejor, vete a las escuelas y túmbate en la valla.

Ahí me golpeó bajo la línea de flotación, siempre añoré esos ociosos días de mi niñez, tumbado en la valla de las escuelas, bajo la sombra de las acacias, libando también el dulce fruto blanco, años después entendí perfectamente la frase “dolce fare niente” Sabía muy bien hacer exactamente eso.

- Nene, no te revuelvas tanto en la cama. -Insistía mi madre. –Vas a romper el termómetro, hay que ver, con esta fiebre que tienes, no vamos a poder ir a Alameda.

- ¡Puf! Me importará a mí mucho.

Las visitas no paraban de pasar, a quien de verdad quería ver era a la tía de mi madre, la memoria ya me gasta malas pasadas y no recuerdo su nombre, las manzanas asadas que traía a mi abuelo estaban para chuparse los dedos.

Recuerdo a mi abuelo y su enfermedad, varios años en nuestra casa de Madrid, casi arruinan la economía familiar, pero nos dejaban onerosos visitantes, que para mis padres eran una maldición, para mí, eran una fuente de datos sobre otros mundos ajenos a mi barrio.

- Que morro tienes, el enfermo eres tu, no haces más que desviar el tema con tus recuerdos.

- Pero bueno, ¿A ti quien te da vela en este entierro? – Pregunté a quien tan groseramente había interrumpido mi divagar.- No me hagas recordar al Negus.

- ¿Al Negus? ¿Y quien es ese?- Respondió toda la parroquia a coro.

Recuerdo como nunca el cartel de pinturas Valentine que tan ufano le tenía, era un taller de coches cerca de la avenida de San Diego y es que era tan mediocre mentalmente que se creía que la empresa era suya.

- Cuenta la paliza de Tirso. – Me pedía la concurrencia.

A mí la cabeza me daba vueltas, antes no conocían al Negus, y ahora resultaba que conocían la anécdota de la paliza que le propinó Tirso en el Sahuca.

La verdad es que siempre añoré la amistad de Ricardito, recuerdo meriendas en su casa mientras disparábamos bolas de plástico con su escopeta de juguete, como a tanta gente fabulosa que conocí, el crecer nos separó.

- Quiero dormir. –Supliqué.

- Esta bien, pero tienes que seguir contándonos tus recuerdos.

- Vale, pero otro día de fiebre será, por hoy ya está bien.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Encuentrame

Lo confieso, me he perdido, no se como ha pasado ni me lo puedo explicar, de pronto estaba contigo y enseguida he dejado de verte, sé que la culpa es mía, me distraigo con facilidad, tengo mucha curiosidad, todo lo tengo que ver, oler, probar, seguir y en la calle hay tantas cosas nuevas, tantas sensaciones que sentir, tanto por ver, por experimentar.
Espero que cuando me encuentres me sepas perdonar, sé que me reñirás y que te molestarás conmigo, pero enseguida se nos pasará a los dos, a ti el enfado y a mí el disgusto y seguiremos paseando uno al lado del otro.
Recuerdo cuando era más joven, todo lo que se, te lo debo a ti, a tu lado me he criado, he crecido, he madurado y no soy capaz de imaginar una vida sin ti, por eso cada vez que te veo sólo siento alegría, ahora estoy triste, los ratos de ausencia son los peores, te echo de menos, no me duele reconocerlo, es la pura realidad.
Por eso estoy aquí, ¿dónde estoy? Encuentrame, te lo suplico, quiero volver a casa, te juro que cuando te vea te daré un lametón en la cara y moveré el rabo de alegría, encuentrame.


jueves, 9 de septiembre de 2010

Todo el tiempo del mundo

Tengo todo el tiempo del mundo, para amar, para reír, para crecer, para vivir con ella, para leer, para escribir, para todo lo que no hice en su momento y necesito hacerlo…


La verdad es muy distinta, ya no queda tiempo, he cumplido un ciclo, he cumplido medio siglo, he llenado mi cuerpo de enfermedades y ahora lo surto con mil medicamentos, ahora tengo prisa, he de hacer muchas cosas en poco tiempo, las fuerzas se agotan y quiero exigir mucho a mi cuerpo, pues me quedan muchas montañas por subir y muchas trochas por las que andar.

También quedan muchas hojas en blanco, ¡inspiración! dame inspiración para llenarlas, quiero que todas ellas sean compiladas en uno o varios libros, no sólo por satisfacer mi ego, quien sabe por qué más.

Tan sólo necesito tiempo.