martes, 30 de noviembre de 2010

El discurso

Que curioso, de camino hacia el trabajo, en plena avenida, me encuentro el nombre de mi blog rotulado en un trailer blanco, no ha quedado mal, han  pintado el nombre de color azul claro sobre fondo blanco, extrañado ante ese suceso, me dirigí hacia el conductor y los operarios que cargaban el camión.
-          Buenos días, ¿cómo es que está el nombre de mi blog en el lateral del camión?
-          No tengo ni idea, sólo somos los operarios.
-          ¿Les importa si saco una foto al camión?
-          Usted mismo.
No suelo ser como un amigo mío, que va con la cámara a todas partes, por lo que me dispuse a sacar el móvil e inmortalizar el hecho, es una cosa tan peculiar, que tenía que reflejarlo en mi blog, como debe ser.
Justo a tiempo, terminada, la carga, el camión se introdujo en el tráfago de la ciudad, me quedé muy ufano con mi foto, aunque un poco inquieto, no imaginaba quien había sido la persona o institución que se había tomado tanta molestia por mí y no me había comunicado nada.
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Ya me estaba dando cuenta el porqué de esta situación, pues me sentí transportado a Barcelona, pues en el teatro del Liceo había una reunión de blogueros.
-          Caramba Andrés, esto no me lo esperaba.
-          Pues si, hemos reunido a los principales blogueros de España, te presento a unos cuantos.
Tres chavales me hicieron sentirme incómodo por mi mayoría de edad, siempre he pensado que empecé en todo demasiado tarde, si me descuido se me pasa el arroz. Se presentan y recuerdo solo vagamente el nombre de sus blogs, de pronto me siento achuchado:

-          Corre, no hay tiempo que perder, sube al escenario que te toca hablar a la concurrencia.
No tenía preparado ningún discurso, por lo que hube de improvisar, no sé que tal me salió.
Buenos días, hace casi dos años que me introduje en este mundo y puedo decir que desde entonces mi vida ha cambiado, un poco por casualidad descubrí el universo del blog, primero para paliar el aburrimiento y luego como terapia, empecé a escribir mi blog, no sabía muy bien que hacer con el, mis primeros posts reflejaban un balbuceo en forma de diario y otro poco como declaración de intenciones, de pronto, no se como sucedió empecé a escribir, primero a sacar mis sentimientos a la luz, mis emociones pugnaban por salir impresas aunque fueran en modo digital, los primeros posts, salieron como una confesión, tenía que gritar al mundo el infierno que llevaba dentro. El padecimiento de enfermedades y sufrimientos emocionales, no podía ocultarlos por más tiempo, mi primer lema del blog fue: aquí desnudo mi alma, y así lo hice.
Después, sin tránsito apenas, mis relatos fantásticos y de misterio fueron surgiendo como una inquietud que me corroía desde la juventud, ya no necesitaba la hoja parroquial para que mis escritos vieran la luz, ya tenía una caja de resonancia fácil de utilizar, donde mi desbordante imaginación quedaría reflejada.
Por favor, apagad ese timbre que no puedo continuar, ahora mismo estoy descentrado, no se por donde iba, ¡ah, si!, pero ese timbre… no os molestéis, ya lo apago yo, ¡puf! Ya son las siete, a trabajar, rápido, que hoy con la lluvia seguro que el autobús va más lento.



jueves, 25 de noviembre de 2010

Rosa

Negros nubarrones en el cielo, según la radio, amenaza con caer un buena tormenta, menos mal que ya está cerca de casa, no le gusta conducir bajo la lluvia, abre la guantera y saca el mando a distancia del garaje, se para delante y espera que lentamente el portón se abra, con una parsimonia que a todos los vecinos de la comunidad les molesta, en este mundo de estresados no hay tiempo que perder y menos en la contemplación de una puerta que se abre.
Se introduce por fin en la negrura de la boca de lobo de la planta inferior del garaje. - Que raro.-  Se dice, esta mañana no había tantas bombillas fundidas, da cosa el bajarse aquí, cuando apague las luces del coche, va a quedar todo muy oscuro, mira que si se ha escondido alguien…
Con aprensión sale del coche, cierra con llave la puerta y de pronto el mundo se le cae encima.
-          ¡Zorra! Esta vez no tienes policías ni jueces que te defiendan.
-          ¡Luis, por dios! ¿Qué vas a hacer? ¡déjame en paz!
No puede articular palabra alguna, recibe un puñetazo en la cara que la deja sin sentido, él la recoge, se la echa al hombro y recoge las llaves de ella caídas en el suelo, con trabajo y sin preocuparse si la cabeza de ella golpea las paredes, toma el ascensor hasta la que hasta hace unos meses fue la vivienda de los dos, por culpa de ella, sólo de ella, lo había echado a la calle como a un perro, pero hoy se iba a tomar cumplida venganza de todo.
Abre la puerta y al fondo del pasillo está el dormitorio de matrimonio, ¡su matrimonio! La arroja encima de la cama y le ata las manos a los barrotes de la cama, ella en ese momento recupera el conocimiento.
-          Por favor, te suplico que me sueltes.
-          ¡Calla! Vas a pagar por todo
-          No me hagas daño, piensa en la niña.
Dos violentas bofetadas la hacen callar de nuevo, los ojos llorosos contemplan horrorizados como saca del bolsillo una botella de alcohol que va esparciendo encima de ella, la garganta se le paraliza, es incapaz de chillar, sólo es capaz de gemir suplicándole que no lo haga, que no la mate.
Insensible a sus suplicas, en un sublime acto de horror, él deja de ser una persona y se convierte en el más abyecto ser que Satanás ha podido crear, el vientre de su madre se retorció en un espasmo, arrepentida de haber dado a luz semejante criatura, ese día en el infierno hubo gran regocijo.
Incapaz de sentir más dolor, sacando fuerzas de donde sólo una mujer es capaz de sacar, pues alguien que es capaz de dar vida, con el sacrificio de sufrir como una madre dando a luz, es capaz de un último esfuerzo, arranca las ataduras y cegada por el llanto se arroja por la ventana.

Lamentablemente, este no es un relato, ocurrió hace unos años, tantos que ella me habrá borrado de la memoria, todavía recuerdo cuando recuperada de las heridas del cuerpo, pues las del alma nunca sanan, la volví a ver en su oficina, se me saltaron las lágrimas y apenas pude balbucear mi alegría de volver a verla, se llama Rosa y tuvo suerte, pues sobrevivió, pero desgraciadamente, hay muchas otras mujeres que viven este infierno, por favor no lo contemplemos con indiferencia.


Gaterías

Bastet

Estaba sola, pero estaba tranquila, a pesar del nacimiento inminente de su hijo, sabía que todo iba a salir bien, la diosa Bastet la había visitado, sí, era ella, no cabía ninguna duda, una gata de color negro se coló por la ventana de su alcoba, se encaramó encima de la cómoda y se le quedó mirando fijamente con aquellos enormes ojos negros, le pareció una eternidad, el tiempo se detuvo mientras tanto a su alrededor, no oía siquiera el monótono tictac de su viejo despertador de grandes manecillas, se sujetó el voluminoso vientre, lo notaba cada vez más lleno de vida, una vida que ansiaba por comenzar a tener, un caliente fluido se le escapaba piernas abajo y comenzó a tener consciencia de lo que estaba comenzando a surgir, no sintió dolor alguno, abrió las piernas, arqueó el vientre y sujetándose a los barrotes de la cama, comenzó a ejercer una leve presión con el diafragma, poco a poco, notó como aquel pedazo de vida que había gestado durante tanto tiempo, se separaba de ella , para comenzar su andadura por separado, entonces se relajó por completo y pudo observar cómo la gata, una vez satisfecha por su éxito, salía sigilosamente por la ventana.


Sinverguenza

Nunca lo había visto, debe ser el gato de algún nuevo veraneante, desde luego lo que tiene es una desvergüenza muy gatuna, ha saltado la valla y se ha enseñoreado de la terraza, espero que no pase de ser una mera visita de cortesía, el canario de mi hermano está piando con un soniquete desconfiado, seguro que el corazón le debe palpitar con mayor velocidad, desde luego el visitante, también se ha dado cuenta de la presencia de “canuto”, se ha regodeado en su contemplación y aun cuando sigue caminando, observo que le mira de reojo, situándole en todo momento su posición entre él, mi persona y la salida, al cabo de un rato se sienta ceremoniosamente, y se pone a lamerse las patas con todo el ceremonial que sólo es capaz de crear un felino descarado como aquel, desde luego se tomó su tiempo y al final con toda parsimonia, me lanzó una mirada cargada de desprecio y airosamente, volvió a saltar la valla.





Pirracas

 

Nunca conocí a otro gato como aquel, la última visión que tengo grabada en mi memoria, era la de un gato enorme, tranquilo, regodeándose en la superioridad que le daba el haber sido victorioso en mil batallas y haber esparcido sus genes por toda la población.
Era mi héroe, alguien capaz de poner en su sitio a “Rafa” un pastor alemán, barriobajero  y duelista, capaz de intentar morderme en varias ocasiones, de las que sólo me libré porque su amo “el Marqués” atinaba a pasar por el lugar, un leve erizamiento de su pelambrera y “Rafa” ponía pies en polvorosa con el rabo entre las piernas, huyendo vergonzosamente sin importarle la dignidad perdida que iba dejándose por el camino.
Sólo Matilde era capaz de domeñarlo, si había sido lechuzo y robó algún filete, ella con un tirón de bigotes, le recordaba su sumisión a ella, si él era un gato, Matilde sencillamente era “la loba” y ante eso nada ni nadie osaba indisponerse con ella.
Al igual que sus nietos, Pirracas, pues así le habían bautizado años atrás, sentía verdadera adoración por el abuelo Eladio, si nos poníamos pesados alrededor del abuelo, allá iba a poner orden a base de zarpazos, disolviendo cualquier aglomeración de nietos, era el árbitro del lugar y le molestaba que no pudiera restregarse con fruición en las perneras desgastadas del pantalón de pana de Eladio. A pesar de ser muy “García”, Eladio, agradecía siempre con muestras de afecto, esa dedicación tan zalamera.
Supongo que todavía seguirá vivo, aunque hayan pasado cuarenta años desde entonces, seguirá cazando ratones en los pajares y los huertos de alrededor de aquella casa, pues todavía vive en mi recuerdo y cuando veo en Alameda un gato negro como el carbón imagino a Pirracas redivivo, transmutado en un tataranieto, acechando por si se acerca “Rafa” dentro de sus dominios.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Monasterio de piedra


Abandona presto el gerifalte el guante del su dueño, embelesado por la visión de la tórtola que acaba de aparecer sobre los fresnos, junto al río, tiene un primer lance, pero la tórtola lo esquiva, por lo que la persecución se alarga más de lo deseado, preocupado por la posible pérdida del valioso animal, su dueño pica espuelas de su caballo.

-Mi señor don Alfonso, esperad que os acompaño.

-Mal día tendría que tener, si no soy capaz de encontrar mi halcón sin ayuda de mi alférez.

Dicho esto, tiró de las riendas y se abalanzó entre los fresnos, allí mismo un río circulaba con aguas claras, no permitió que abrevara el caballo, preocupado por su halcón, el más preciado de su colección; al cabo oyó ruido de agua al caer y se encontró con una cascada sin igual en su reino, el agua caía pausadamente, hilándose y entretejiendo una maraña de gotas, como si estuviera hecha de la mejor seda, o de los cabellos del más blanco rocín.

Allí se quedó unos momentos extasiado, pero el grito de su halcón le indicaba que por fin había alcanzado a su presa, presto se dirigió hacia una pradera a su derecha, donde encontró al halcón dando buena cuenta del ave, desmontó y contempló maravillado un lago entre los sauces, donde se reflejaba el cielo y las paredes entre las que estaba encajado, en todo el reino los maestros cristaleros, jamás hubieran conseguido un espejo así, ni con todo el azogue del mundo.

No se movía una hoja, el tiempo parecía haberse detenido, el silencio lo llenaba todo, el mismísimo rey Arturo hubiera pensado que la dama del lago estaría allí, para entregarle su espada, el rey de Aragón se puso de rodillas en la orilla y como un nuevo Narciso, allí se quedó viendo su reflejo en el agua.






Empinada era la cuesta, una vez cruzado el Jiloca, árido y seco era el camino desde Calatayud, pero querían recorrerlo en una jornada, pocas sombras les habían acompañado, pero tenían muy claro que hoy dormirían en la tierra que sería su cobijo hasta la muerte.

El más joven de todos, espoleó a su mulilla con la ansiedad que le daba su juventud, quería ser el primero en dar la nueva a los demás y a lo lejos lo vio, un torreón ya desmochado por el abandono de unas guerras en las que nunca participó, no se lo pensó más y volvió grupas para encontrarse con los doce monjes que le seguían.

El monje se apeó de la mula y se acercó a la caravana de carros que le seguía.

 - Padre Gaufrido, ya hemos llegado, allí está el castillo. –dijo señalando al horizonte.

- ¡Alabado sea el señor!

Todo el grupo se reunió junto al abad Gaufrido, doce monjes montados en mulas y carretas, donde llevaban todas sus posesiones y algunas cabezas de ganado.

- Hermanos, regocijémonos en el señor, pues después de casi un año desde que salimos de Poblet, por fin hemos llegado a nuestro destino, y no nos olvidemos de agradecer en nuestros rezos a nuestro amado rey Don Alfonso segundo que graciosamente hizo donación de estas tierras a nuestra orden.

Hicieron un círculo y con ojos bajos y las manos unidas se dispusieron a rezar, pues este sería el último reposo antes de la gran tarea que les aguardaba.






Tres años ya en el monasterio, atrás quedó su pasado, una juventud marcada por desmanes, en los que el vino y la sangre corrieron a la par, en uno de esos lances, tuvo que huir de la justicia, por lo que para su seguridad abandonó Castilla, para ingresar en un cenobio de Aragón, huyó del castigo de los hombres para implorar el perdón divino, pero no contaba con el acecho del diablo y sus agentes.

Esa noche la luna llena brillaba con todo su esplendor, un rayo juguetón le cegó momentáneamente, a través del ventanuco de la celda, mil recuerdos acudieron a su mente, el rayo se transformó en la gasa de un vestido femenino, la cara de un ser maravilloso se le formó en su memoria, tiempos pasados, gozos que no se habían olvidado.

Salió de la celda detrás de aquella ilusión, por los jardines el resplandor iba dejando tras de si, retazos en las ramas de saúcos y retamas, el los iba atrapando con sus manos, imaginaba trozos de vestido de aquella ninfa. Por el río la vio correr descalza, lo atravesó camino de las chorreras y el no se lo pensó, ciego de deseo quería atrapar aquel ser que había despertado arcanos deseos.

-¡Detente!

-Sígueme. –Susurraba la limnátide

Tres aldabonazos sonaron en el monasterio, los golpes de San Benito despertaron a la comunidad.

En la orilla del lago quedó el sayal del fraile abandonado, él quedó olvidado para siempre de la memoria de los hombres.






Un postrero golpe de pico y un hueco se abrió ante ellos. – Por fin. –Exclamaron, después de seis meses de afanoso trabajo.

-Que avisen a don Federico. – Ordenó el capataz

No tardó este en bajar por el pozo excavado con tanto trabajo, el sueño, su sueño, estaba a punto de hacerse realidad.

 No bien se agrandó el hueco, lo suficiente para que cupiese una persona por el, se adentró el primero, le amarraron una soga a la cintura para evitar una caída que se presumía fatal en ese suelo tan resbaladizo.

Antes que sus ojos se acostumbraran al entorno, lo primero que notó fue el ruido, una atronadora descarga continua sobre su cabeza, el revoloteo de algunas palomas sobre su cabeza le indicó su posición y por fin miró hacia la luz, una lluvia de perlas multicolores cerraba la boca de la gruta, no se podía concebir que aquello fuera simplemente agua, mil veces la había observado desde fuera y nunca imaginó que desde dentro fuera mil veces más impresionante.

Ante la aparición del sol, un mágico destello recorrió la gruta, millones de arco iris se formaron en un momento, dando una luminosidad y un colorido igual que un atardecer en un patio de la Alhambra de Granada.

- Cuanta razón hay, al final del arco iris, siempre se encuentra un tesoro.